Pintores de Tigua exploran los simbolismos del mundo andino

Cada idea que le surge la plasma en bateas, cajas, cucharas, cruces en madera, pero también en cuadros típicos que son realizados en cuero de borrego o de vaca.

Foto: Alexandra Ávila


Una mujer es robada por un cóndor mientras pasta ovejas. Un hombre se da cuenta y comienza a gritarle al ave mientras mira cómo la mujer se eleva por el cielo. Junto a esa imagen aparecen otras que reconstruyen la vida familiar de los indígenas en la labranza de la tierra y las acequias que riegan las cosechas.

En otro extremo se exhibe la construcción de casas con paja, se recrea el cuidado de animales y músicos que tocan una flauta. De fondo, el Cotopaxi con rostro de hombre.

Todas esas imágenes las plasma en un cuadro el artista Gabriel Cuyo, de Tigua (Cotopaxi). Radicado hace unos 30 años en Quito, integra una de las asociaciones de pintores de Tigua que exhibe su obra cada fin de semana en el parque El Ejido.

Gabriel cuenta que su técnica y sus conocimientos los aprendió viendo. Su padre, que se dedicaba a pintar cuadros pequeños hechos con cuero de borrego, le enseñó los trazos y la mezcla de los colores. En sus obras están representados la cultura, la vida diaria, el matrimonio y las fiestas indígenas.

Comenta que quienes observan sus obras en el parque piensan que ha pasado por una escuela de arte y él siempre les insiste que aprendió viendo. Solo con imaginación y la enseñanza de su padre logró llevar adelante su pintura. Los turistas, que son sus principales compradores, llevan sus obras a lugares lejanos como el Oriente Medio.

Cada idea que le surge la plasma en bateas, cajas, cucharas, cruces en madera, pero también en cuadros típicos que son realizados en cuero de borrego o de vaca. Llegó a los 17 años a la ciudad y empezó pintando cuadros pequeños y cada fin de semana vendía unos 20, mayoritariamente a los turistas extranjeros. Con lo que sacaba ya tenía para sus gastos y estudios, pero solo terminó la primaria.

Pasaron los años, y sin dejar de visitar tres o cuatro veces Tigua, formó su hogar y tuvo dos hijas. Confía en que ellas no se dedicarán a este oficio, debido a las condiciones que deben enfrentar para difundir los trabajos. Una de ellas está por terminar la carrera de Derecho.

El arte de Tigua evoluciona con la nueva generación de pintores que tienen nuevas propuestas sobre la pintura. César Ugsha, artista kichwa panzaleo, lleva desde los 12 años en esta tarea de pintar. Ni bien acabó la escuela, por cuestiones económicas en la familia debió aprender de su padre este oficio. Lo primero que pintó fueron cuadros de 5x5 o de 5x8 en cuero de oveja y con pintura sintética le dio color y brillo. Cuando tuvo 18 años se independizó de estas técnicas y empezó a pensar en una propuesta propia, sin descuidar sus raíces.

Su pintura es una expresión de realismo fantástico que expresa temas de actualidad, como Yasuní, marchas y protestas del mundo indígena y las nuevas condiciones con que se enfrentan los indígenas en su vida en Quito y otras ciudades.

En su obra están presentes, además, elementos de la naturaleza: el maíz, alimento característico del mundo andino; la mujer, que es considerada la Madre Tierra o Pachamama. Pero también están presentes la simbología del fuego, la luz y la armonía y los ciclos de la vida. Es autodidacta y busca experimentar formas nuevas.

Fuente : eluniverso.com

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