Byung-Chul Han: Viviremos como en un estado de guerra permanente
Supervivencia,
sacrificio
del
placer
y
pérdida
del
sentido
de
la
buena
vida.
Así
es
el
mundo
que
vaticina
el
filósofo
coreano
Byung-Chul
Han
después
de
la
pandemia:
“Sobrevivir
se
convertirá
en
algo
absoluto,
como
si
estuviéramos
en
un
estado
de
guerra
permanente”.
Nacido
en
Seúl
en
1959,
Han
estudió
Filosofía,
Literatura
y
Teología
en
Alemania,
donde
reside,
y
ahora
es
una
de
las
mentes
más
innovadoras
en
la
crítica
de
la
sociedad
actual.
Según
describe
en
una
entrevista
a
EFE,
nuestra
vida
está
impregnada
de
hipertransparencia
e
hiperconsumismo,
de
un
exceso
de
información
y
de
una
positividad
que
conduce
de
forma
inevitable
a
la
sociedad
del
cansancio.
El
pensador
coreano,
global
y
viral
en
su
fondo
y
forma,
expresa
su
preocupación
porque
el
coronavirus
imponga
regímenes
de
vigilancia
y
cuarentenas
biopolíticas,
pérdida
de
libertad,
fin
del
buen
vivir
o
una
falta
de
humanidad
generada
por
la
histeria
y
el
miedo
colectivo.
"La
muerte
no
es
democrática",
advierte
este
pensador.
La
Covid-19
ha
dejado
latentes
las
diferencias
sociales,
así
como
que
“el
principio
de
la
globalización
es
maximizar
las
ganancias”
y
que
“el
capital
es
enemigo
del
ser
humano”.
A
su
juicio,
“eso
ha
costado
muchas
vidas
en
Europa
y
en
Estados
Unidos”
en
plena
pandemia.
Byung-Chul
Han,
que
publicará
en
las
próximas
semanas
en
español
su
último
libro,
"La
desaparición
de
los
rituales"
(Herder),
está
convencido
de
que
la
pandemia
“hará
que
el
poder
mundial
se
desplace
hacia
Asia”
frente
a
lo
que
se
ha
llamado
históricamente
el
Occidente.
Comienza
una
nueva
era.
PREGUNTA:
¿La
Covid-19
ha
democratizado
la
vulnerabilidad
humana?¿Ahora
somos
más
frágiles?
RESPUESTA:
Está
mostrando
que
la
vulnerabilidad
o
mortalidad
humanas
no
son
democráticas,
sino
que
dependen
del
estatus
social.
La
muerte
no
es
democrática.
La
Covid-19
no
ha
cambiado
nada
al
respecto.
La
muerte
nunca
ha
sido
democrática.
La
pandemia,
en
particular,
pone
de
relieve
los
problemas
sociales,
los
fallos
y
las
diferencias
de
cada
sociedad.
Piense
por
ejemplo
en
Estados
Unidos.
Por
la
Covid-19
están
muriendo
sobre
todo
afroamericanos.
La
situación
es
similar
en
Francia.
Como
consecuencia
del
confinamiento,
los
trenes
suburbanos
que
conectan
París
con
los
suburbios
están
abarrotados.
Con
la
Covid-19
enferman
y
mueren
los
trabajadores
pobres
de
origen
inmigrante
en
las
zonas
periféricas
de
las
grandes
ciudades.
Tienen
que
trabajar.
El
teletrabajo
no
se
lo
pueden
permitir
los
cuidadores,
los
trabajadores
de
las
fábricas,
los
que
limpian,
las
vendedoras
o
los
que
recogen
la
basura.
Los
ricos,
por
su
parte,
se
mudan
a
sus
casas
en
el
campo.
La
pandemia
no
es
solo
un
problema
médico,
sino
social.
Una
razón
por
la
que
no
han
muerto
tantas
personas
en
Alemania
es
porque
no
hay
problemas
sociales
tan
graves
como
en
otros
países
europeos
y
Estados
Unidos.
Además
el
sistema
sanitario
es
mucho
mejor
en
Alemania
que
en
los
Estados
Unidos,
Francia,
Inglaterra
o
Italia.
Aún
así,
en
Alemania,
la
Covid-19
resalta
las
diferencias
sociales.
También
mueren
antes
aquellos
socialmente
débiles.
En
los
autobuses
y
metros
abarrotados
viajan
las
personas
con
menos
recursos
que
no
se
pueden
permitir
un
vehículo
propio.
La
Covid-19
muestra
que
vivimos
en
una
sociedad
de
dos
clases.
P:
¿Vamos
a
caer
más
fácilmente
en
manos
de
autoritarismos
y
populismos,
somos
más
manipulables?
R:
El
segundo
problema
es
que
la
Covid-19
no
sustenta
a
la
democracia.
Como
es
bien
sabido,
del
miedo
se
alimentan
los
autócratas.
En
la
crisis,
las
personas
vuelven
a
buscar
líderes.
El
húngaro
Viktor
Orban
se
beneficia
enormemente
de
ello,
declara
el
estado
de
emergencia
y
lo
convierte
en
una
situación
normal.
Ese
es
el
final
de
la
democracia.
P:
Libertad
versus
Seguridad.
¿Cuál
va
a
ser
el
precio
que
vamos
a
pagar
por
el
control
de
la
pandemia?
R:
Con
la
pandemia
nos
dirigimos
hacia
un
régimen
de
vigilancia
biopolítica.
No
solo
nuestras
comunicaciones,
sino
incluso
nuestro
cuerpo,
nuestro
estado
de
salud
se
convierten
en
objetos
de
vigilancia
digital.
Según
Naomi
Klein,
el
shock
es
un
momento
favorable
para
la
instalación
de
un
nuevo
sistema
de
reglas.
El
choque
pandémico
hará
que
la
biopolítica
digital
se
consolide
a
nivel
mundial,
que
con
su
control
y
su
sistema
de
vigilancia
se
apodere
de
nuestro
cuerpo,
dará
lugar
a
una
sociedad
disciplinaria
biopolítica
en
la
que
también
se
monitorizará
constantemente
nuestro
estado
de
salud.
Occidente
se
verá
obligado
a
abandonar
sus
principios
liberales;
y
luego
está
la
amenaza
de
una
sociedad
en
cuarentena
biopolítica
en
Occidente
en
la
que
quedaría
limitada
permanentemente
nuestra
libertad.
P:¿Qué
consecuencias
van
a
tener
el
miedo
y
la
incertidumbre
en
la
vida
de
las
personas?
R:
El
virus
es
un
espejo,
muestra
en
qué
sociedad
vivimos.
Y
vivimos
en
una
sociedad
de
supervivencia
que
se
basa
en
última
instancia
en
el
miedo
a
la
muerte.
Ahora
sobrevivir
se
convertirá
en
algo
absoluto,
como
si
estuviéramos
en
un
estado
de
guerra
permanente.
Todas
las
fuerzas
vitales
se
emplearán
para
prolongar
la
vida.
En
una
sociedad
de
la
supervivencia
se
pierde
todo
sentido
de
la
buena
vida.
El
placer
también
se
sacrificará
al
propósito
más
elevado
de
la
propia
salud.
El
rigor
de
la
prohibición
de
fumar
es
un
ejemplo
de
la
histeria
de
la
supervivencia.
Cuanto
la
vida
sea
más
una
supervivencia,
más
miedo
se
tendrá
a
la
muerte.
La
pandemia
vuelve
a
hacer
visible
la
muerte,
que
habíamos
suprimido
y
subcontratado
cuidadosamente.
La
presencia
de
la
muerte
en
los
medios
de
comunicación
está
poniendo
nerviosa
a
la
gente.
La
histeria
de
la
supervivencia
hace
que
la
sociedad
sea
tan
inhumana.
A
quien
tenemos
al
lado
es
un
potencial
portador
del
virus
y
hay
que
mantenerse
a
distancia.
Los
mayores
mueren
solos
en
los
asilos
porque
nadie
puede
visitarles
por
el
riesgo
de
infección.
¿Esa
vida
prolongada
unos
meses
es
mejor
que
morir
solo?
En
nuestra
histeria
por
la
supervivencia
olvidamos
por
completo
lo
que
es
la
buena
vida.
Por
sobrevivir,
sacrificamos
voluntariamente
todo
lo
que
hace
que
valga
la
pena
vivir,
la
sociabilidad,
el
sentimiento
de
comunidad
y
la
cercanía.
Con
la
pandemia
además
se
acepta
sin
cuestionamiento
la
limitación
de
los
derechos
fundamentales,
incluso
se
prohíben
los
servicios
religiosos.
Los
sacerdotes
también
practican
el
distanciamiento
social
y
usan
máscaras
protectoras.
Sacrifican
la
creencia
a
la
supervivencia.
La
caridad
se
manifiesta
mediante
el
distanciamiento.
La
virología
desempodera
a
la
teología.
Todos
escuchan
a
los
virólogos,
que
tienen
soberanía
absoluta
de
interpretación.
La
narrativa
de
la
resurrección
da
paso
a
la
ideología
de
la
salud
y
de
supervivencia.
Ante
el
virus,
la
creencia
se
convierte
en
una
farsa.
¿Y
nuestro
papa?
San
Francisco
abrazó
a
los
leprosos...
El
pánico
ante
el
virus
es
exagerado.
La
edad
promedio
de
quienes
mueren
en
Alemania
por
Covid-19
es
80
u
81
años
y
la
esperanza
media
de
vida
es
de
80,5
años.
Lo
que
muestra
nuestra
reacción
de
pánico
ante
el
virus
es
que
algo
anda
mal
en
nuestra
sociedad.
P:¿En
la
era
postcoronavirus,
nuestra
sociedad
será
más
respetuosa
con
la
naturaleza,
más
justa;
o
nos
hará
más
egoístas
e
individualistas?
R:
Hay
un
cuento,“Simbad
el
Marino”.
En
un
viaje,
Simbad
y
su
compañero
llegan
a
una
pequeña
isla
que
parece
un
jardín
paradisíaco,
se
dan
un
festín
y
disfrutan
caminando.
Encienden
un
fuego
y
celebran.
Y
de
repente
la
isla
se
tambalea,
los
árboles
se
caen.
La
isla
era
en
realidad
el
lomo
de
un
pez
gigante
que
había
estado
inmóvil
durante
tanto
tiempo
que
se
había
acumulado
arena
encima
y
habían
crecido
árboles
sobre
él.
El
calor
del
fuego
en
su
lomo
es
lo
que
saca
al
pez
gigante
de
su
sueño.
Se
zambulle
en
las
profundidades
y
Simbad
es
arrojado
al
mar.
Este
cuento
es
una
parábola,
enseña
que
el
hombre
tiene
una
ceguera
fundamental,
ni
siquiera
es
capaz
de
reconocer
sobre
qué
está
de
pie,
así
contribuye
a
su
propia
caída.
A
la
vista
de
su
impulso
destructivo,
el
escritor
alemán
Arthur
Schnitzler
compara
la
Humanidad
con
una
enfermedad.
Nos
comportamos
con
la
Tierra
como
bacterias
o
virus
que
se
multiplican
sin
piedad
y
finalmente
destruyen
al
propio
huésped.
Crecimiento
y
destrucción
se
unen.
Schnitzler
cree
que
los
humanos
son
solo
capaces
de
reconocer
rangos
inferiores.
Frente
a
rangos
superiores
es
tan
ciego
como
las
bacterias.
La
historia
de
la
Humanidad
es
una
lucha
eterna
contra
lo
divino,
que
resulta
destruido
necesariamente
por
lo
humano.
La
pandemia
es
el
resultado
de
la
crueldad
humana.
Intervenimos
sin
piedad
en
el
ecosistema
sensible.
El
paleontólogo
Andrew
Knoll
nos
enseña
que
el
hombre
es
solo
la
guinda
del
pastel
de
la
evolución.
El
pastel
real
está
formado
por
bacterias
y
virus,
que
siempre
están
amenazando
con
romper
esa
superficie
frágil
y
amenazan
así
con
reconquistarlo.
Simbad
el
Marino
es
la
metáfora
de
la
ignorancia
humana.
El
hombre
cree
que
está
a
salvo,
mientras
que
en
cuestión
de
tiempo
sucumbe
al
abismo
por
acción
de
las
fuerzas
elementales.
La
violencia
que
practica
contra
la
naturaleza
se
la
devuelve
ésta
con
mayor
fuerza.
Esta
es
la
dialéctica
del
Antropoceno.
En
esta
era,
el
hombre
está
más
amenazado
que
nunca.
P:
¿La
Covid-19
es
una
herida
a
la
globalización?
R:
El
principio
de
la
globalización
es
maximizar
las
ganancias.
Por
eso
la
producción
de
dispositivos
médicos
como
máscaras
protectoras
o
medicamentos
se
ha
trasladado
a
Asia,
y
eso
ha
costado
muchas
vidas
en
Europa
y
en
Estados
Unidos.
El
capital
es
enemigo
del
ser
humano,
no
podemos
dejar
todo
al
capital.
Ya
no
producimos
para
las
personas,
sino
para
el
capital.
Ya
dijo
Marx
que
el
capital
reduce
al
hombre
a
su
órgano
sexual,
por
medio
del
cual
pare
a
críos
vivos.
También
la
libertad
individual,
que
hoy
adquiere
una
importancia
excesiva,
no
es
más
en
último
término
que
un
exceso
del
mismo
capital.
Nos
explotamos
a
nosotros
mismos
en
la
creencia
de
que
así
nos
realizamos,
pero
en
realidad
somos
unos
siervos.
Kafka
ya
apuntó
la
lógica
de
la
autoexplotación:
el
animal
arranca
el
látigo
al
Señor
y
se
azota
a
sí
mismo
para
convertirse
en
el
amo.
En
esta
situación
tan
absurda
están
las
personas
en
el
régimen
neoliberal.
El
ser
humano
tiene
que
recuperar
su
libertad.
P:
¿El
coronavirus
va
a
cambiar
el
orden
mundial?
¿Quién
va
a
ganar
la
batalla
por
el
control
y
la
hegemonía
del
poder
global?
R:
La
Covid-19
probablemente
no
sea
un
buen
presagio
para
Europa
y
Estados
Unidos.
El
virus
es
una
prueba
para
el
sistema.
Los
países
asiáticos,
que
creen
poco
en
el
liberalismo,
han
asumido
con
bastante
rapidez
el
control
de
la
pandemia,
especialmente
en
el
aspecto
de
la
vigilancia
digital
y
biopolítica,
inimaginables
para
Occidente.
Europa
y
Estados
Unidos
están
tropezando.
Ante
la
pandemia
están
perdiendo
su
brillo.
Zizek
ha
afirmado
que
el
virus
derribará
al
régimen
de
China.
Zizek
está
equivocado.
Eso
no
va
a
pasar.
El
virus
no
detiene
el
avance
de
China.
China
venderá
su
estado
de
vigilancia
autocrática
como
modelo
de
éxito
contra
la
epidemia.
Exhibirá
por
todo
el
mundo
aún
con
más
orgullo
la
superioridad
de
su
sistema.
La
Covid-19
hará
que
el
poder
mundial
se
desplace
un
poco
más
hacia
Asia.
Visto
así,
el
virus
marca
un
cambio
de
era.
Fuente: efe.com
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